Espinavell //
Un chico viene por la mañana a llevarse balas de paja donde tengo apoyada la bici desde el viernes. Hablamos un ratillo sobre lo que está pasando en el mundo. Me confirma que puedo quedarme aquí el tiempo que quiera. Aún no sé si pasaré a Francia aunque creo que voy a volver a Ribes.
Hablo con Lucía. Me vuelve a pedir que vuelva. Dice: «Deseo vivir el fin del mundo contigo». Al final es su madre quien termina de convencerme. Me ofrece que me instale con Lucía en la casa de Rocamar, donde también está Gato cuidando de las tortugas y así ella puede quedarse en su casa con su nuevo novio que acaba de venir de Marruecos a pasar el confinamiento con ella. Es la segunda vez que me reclaman para ir a esta casa mientras estoy en medio de un viaje. La otra ocasión decidí seguir viajando, ahora me dejo llevar y hago lo más fácil. Me dejo llevar por la necesidad de hogar, de raigambre pero sobre todo, no tiene sentido que siga dando vueltas por ahí tal como están las cosas. La comida se me acabará pronto y, aunque estoy comiendo especialmente frugal estos días, en algún momento necesitaré fruta, verdura… No es buen momento para viajar por mucho que me empeñe. Empiezo a integrar que en la vida hay que hacer las cosas que hay que hacer por encima de las que uno quiere.
Por la noche, me pierdo volviendo del río. Tengo muchos pensamientos bucle debido al revuelo que se ha creado en el Faebook.