2015.08.10

Por la mañana voy al crematorio con mi madre, Marisol, Marisol hija y Chema. Incineran a Eloy. El olor del crematorio es bastante fuerte, como a animal quemado. Nos sitúan frente el ataúd que contiene a Eloy, detrás de un cristal que además nos refleja. Chema reclama el crucifijo y entonces un hombre corpulento se dispone a desprenderlo del ataúd. Hay otro hombre pequeño, el operario que se encargará de accionar la máquina que introduzca el cuerpo de Eloy en el horno. Unos monjes tipo franciscanos leen un texto y rezan unas oraciones. La escena es un cuadro horizontal con Chema, yo, mi madre, Marisol y Marisol hija de izquierda a derecha en un plano, reflejados por el vidrio y, al otro lado, el ataúd en medio y a la derecha, el operario y el hombre con traje con el crucifijo en la mano. En medio, en otro plano, junto al vidrio, los monjes uno a cada lado de la escena. Todo es muy rápido. Marisol se despide de Eloy con un beso y junto a su hija lloran por última vez ante la presencia del marido y padre.

LLego a casa y me meto en la cama. Duermo un montón, lo necesito después del sobresfuerzo del viaje. Por la tarde viene mi hermano a recogernos en un Mercedes del año 73 y nos vamos a Tobía al entierro de las cenizas de Eloy. Por la noche ceno con mi madre en un restaurante italiano buenísimo.

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