Casa de tío Miguel ~ Caspe //
He dormido de maravilla, en un camastro al lado del camastro de Miguel. Llevo ya un rato en pie, desde que ha amanecido. Me he levantado con resaca y lo primero que he hecho es subir al monte para ver con perspectiva dónde estoy. Mientras espero a que se despierte mi amigo escribo frente a un ventanal que da al río. Parece que vaya a llover y de hecho están cayendo ya algunas gotas. Miguel vive bien, tiene gallinas y un huerto compartido con un colega que viene cada semana a trabajar en él. Cobra una pensión de invalidez y algo de dinero que le dan unos holandeses por mantener sus barcas y que durante el verano vienen cada día a hacer cursos de pesca. Tiene unos amigos de Zaragoza que le ayudan mucho, trayéndole semanalmente lo que necesitan porque él no tiene coche y prefiere quedarse en su casa la mayor parte del tiempo. Estoy encantado, en el corazón del Ebro, en plena naturaleza junto a un gran hombre alegre y generoso.
Hacia las 10:00 h se levanta Miguel con la llegada de los holandeses, tiene mucha resaca. Uno de ellos se sorprende de encontrarme aquí. En los no-lugares es sorprendente cualquier cambio. Desayunamos café con leche y galletas. Miguel galletas no, sólo café solo acompañado de varios cigarros. Luego me enseña a pescar; mi deseo se realiza de forma natural, con el mejor maestro que pudiera tener y en el mejor lugar. Se me engancha varias veces el anzuelo al fondo del río y tengo que recuperar la caña subiendo a la barca y tirando del sedal. Es divertido pero no pesco nada, de hecho nadie come de lo que pesca en el Ebro, no es muy recomendable… Así que prefiero ahorrarme la tortura animal, ya no tengo necesidad y sé que cuando lo necesite podré buscarme la vida de otras formas. Luego comemos una pasta que cocina mi anfitrión con devoción y nos despedimos. Miguel se pone triste de que me vaya. Me encantaría volver a pasar algún día por aquí y que el tío Miguel siga aquí.
Para llegar a Chiprana he de seguir una senda a veces complicada pero que se combina con pista. El camino esta infestado de restos de plásticos que han ido dejando los pescadores. Una verdadera guarrada aunque útil para no perder la pista.
Al rato tomo un desvío al toparme con un cartel que indica un camino que conduce a una laguna salada. ¿Una laguna salada aquí? Un lugar único y extraño en medio de esta nada, un vestigio de una era pasada. Miro a mi alrededor, mi vista alcanza varios kilómetros de distancia en 360 grados. El lugar está protegido pero no hay nadie. Estoy solo en este lugar misterioso. Decido darme un baño. Mis pies se hunden en un extraño barro sulfuroso que desprende un olor mineral muy fuerte. Me sumerjo y de repente me encuentro flotando como nunca antes había flotado en ningún líquido. Hay tanta concentración de sal que tengo medio cuerpo fuera del agua. Me parece estar tumbado en una piscina de mercurio caliente. El silencio es total, estoy fuera del mundo que conocía hasta ahora.
Tras abandonar este maravilloso lugar continúo por carretera. Paso Chiprana y llego a Caspe ya anocheciendo. Busco una pensión para dormir previo paso por un hipermercado para comprar comida. La habitación es muy pequeña pero estoy a gusto. Estoy muy cansado. Me duermo enseguida.