Alfocea ~ Zaragoza //

He dormido muy bien, casi del tirón, de no ser por algún golpecito de viento que en algún momento me ha despertado.
∞ Sueño ∞
Mi casa: una comunidad con un patio central y con grandes habitaciones para cada vecino dispuestas en torno al patio en varios pisos. Toni V, tiene el cuerpo completamente tatuado. Sólo lleva un pantalón corto, luciendo una frase enorme en su pecho junto al resto de tatuajes. Hay una exposición de sus pinturas en el vestíbulo de la casa. Son cuadros enormes, muy coloridos. Voy al patio, donde está Toni sentado con una amiga suya y otras personas. Se le ve pletórico, muy feliz. En un momento dado se da una vuelta en bici y me quedo mirándolo pensativo, muy sorprendido con todo este tema de los tatuajes. Me fijo que tiene unas erupciones muy desagradables en las piernas. Me explica que sufre una enfermedad pero no quiere hablar de ello. No sé... veo mucha euforia pero de fondo una enfermedad, un no-gustarse y me da la sensación de que tanto tatuaje, la exposición, tanta expresión y vida social en realidad está ocultando un problema. Ya no tengo lugar en la comunidad. Cruzo el patio y voy a la que era mi habitación, que ahora es de otra chica y recupero algunas cosas: un cd, un libro… que más tarde pierdo aunque ya me dará igual. La nueva ocupante de mi habitación se cierra en su espacio para estar tranquila. En la cocina de la comunidad también han cambiado las cosas. Ha entrado a trabajar un cocinero negro y junto a sus ayudantes preparan hamburguesas completas para la gente. Tengo mucha hambre y hay una cola enorme para servirse la comida pero no tengo ganas de ponerme a la cola. Antes no era así, cada uno se hacía su comida. En un momento dado ya no hay cola y el cocinero me dice que se ha acabado la comida (estamos en la India ahora). Entonces sugiero de prepararme algo yo mismo. El negro me dice: “hay frijoles” y yo: “ah vale, con arroz”. Un show televisivo. Tengo que ir porque un hombre, un ejecutivo encorbatado me lo pide. Espera de mí que haga una buena representación, pero no sé de qué. No sé porqué tengo que ir pero voy. Un edificio con ascensor. Subo pero hay muchas salas y no encuentro donde está el espacio al que tengo que ir, nadie me ha explicado nada. Me acompaña una chica muy desenvuelta aunque yo me siento en un edificio y en una situación ideadas por Kafka. Frente a una habitación, abro un poco la puerta y me encuentro un hombre en la bañera, con el agua casi a rebosar. Viene mi amigo Oscar de Chile. Hace un montón de años que no lo veo pero está igual. Yo sin embargo me siento viejo, feo y sobre todo calvo. Trato de disimular pero mi calvicie es muy evidente. Vamos con mi madre y Oscar a una representación teatral. Mi amigo parece que ha hecho este viaje con planes muy concretos y me da la sensación de que no tiene tiempo para dedicarme. Me cuenta que está alojado en casa de un tal Alberto.
Salgo de Alfocea como a las 10:00 h tras dar unas vueltas por la montaña y hacer fotos de este lugar desértico, yermo, solitario.



Llego a Zaragoza una hora y media más tarde por el GR99 y entro en un bar del centro para desayunar y cargar el móvil. Después voy al albergue de la juventud Zaragoza, que está muy cerca del bar. Estoy encantado, este sitio está muy guay, un poco caro pero muy limpio y bonito. Lavo ropa, me ducho, cargo todos los dispositivos… Después de echarme una siesta conozco a mi compañero de habitación, un catalán un poco raro que viene mucho a Zaragoza y siempre se instala aquí. Doy una vuelta por la ciudad. Visito el Caixafórum, en donde hay una exposición del ultimo trabajo de Sebastião Salgado, y una exposición de pintura abstracta en el Museo de Arte Contemporáneo. Por la noche, me tomo algo en un bar cualquiera de una zona de salir por la noche. Me siento un poco solo y fuera de lugar. A las 22:30 h estoy en el albergue y me meto en la cama. Entran nuevos compañeros a la habitación y hacen ruido. Se duchan, se bañan en desodorante y se van de fiesta.



