2020.10.10

Alba-la-Romaine //

De hecho, el lugar parece haber estado esperándome porque planto la tienda sobre un terreno que tiene una marca de hierba seca como si una tienda ya hubiera estado aquí plantada y, a su lado, unos tronquitos cuidadosamente dispuestos me invitan a hacer fuego en la piedra hueca en cuyo interior se hallan. Sobre mí, una higuera, árbol bajo el que, según dicen, se iluminó Buda. Las higueras empiezan a dar sus frutos que tan bien me van a venir el resto del viaje.

Pasado y futuro se entremezclan como en una película de ciencia ficción y siento que este es mi lugar, el miedo es lo de menos. Y buen susto me dará el hombre que aparece por aquí mientras estoy recogiendo la tienda aunque él, tranquilo, me dirá que no pasa nada, que la gente que vive aquí sólo viene en verano. ¡Ay! miedos innecesarios pero tampoco hace falta darse mucha caña, uno ya no sabe. Es un lío lo de la propiedad y cómo funciona este mundo llamado planeta Tierra.

La casa donde me quedo pues toda la mañana para poder escribir en mi diario y comer tranquilo tiene más cosas que ofrecerme: una amplia zona cubierta por si llueve, un poco de uva moscatel sobre la puerta de entrada y agua que sale de un grifo a través de una manguera, con lo que no sólo me preparo un fuego para hacerme una infusión y desayunar la poca avena que me queda + sésamo + castañas de la montaña + granadas de los caminos entre Aubenas y Sain Sernin sino que también me hago uno para cocinarme la pasta con harina de castañas que me regaló el chico de la epicerie de Vogüé. Guay que ayer pidiera el pan y me lo zampara como cena así ahora tengo la pasta para comer.

Mientras lavo la cazuela con la manguera pasan dos mujeres con un perro por el camino. Primero veo al perro, bueno, primero él me ve a mí y luego veo a las mujeres que no sé si me han visto pero vaya, que ya hay que ir moviéndose. Curioso que el perro no me haya ladrado… bueno, tampoco está en su territorio. Hay como un espacio mental en donde entrar junto con los perros y, entonces, estos ni te ladran ni te delatan sino como que danzan contigo. El caso es que como ya empiezo a estar muy visto, no creo que me quede esta de noche de nuevo, aparte la subidita.

Desde la casa, el camino me deja mucho antes en el pueblo de lo que me hubiese costado por carretera y así para las 16:00 h estoy viendo el espectáculo que empezaba a las 15:30 h. No me pierdo nada. Mucho montaje y mucho bla bla bla pero poca chicha. Una vez que acaba se supone que es mi turno. Ha habido bastante gente en el espectáculo pero luego parece que se va todo el mundo a su casa porque el pueblo vuelve a tener la misma vida que puede que tenga cualquier día. Para hacer tiempo y preparar algo hago un collage con la palabra «Tarot» ya que he decidido tirar las cartas a la gente. Me parece una buena manera de ganar dinero porque el tema de mi vida viajera no sé cómo enfocarlo. Pienso en ir haciendo un mapa chulo pero para eso necesito tiempo y tengo que ponerme ya a ganar dinero. No va a poder ser ni una cosa ni otra porque ya digo, no hay ambiente alguno, así que voy a buscar campamente, que enseguida anochece. Como tengo hambre, le pido comida a la del puesto de gofres con la cosa de «¿qué tiene por 70 céntimos?». Sé que no tendrá nada por ese precio pero me da corte pedir comida. Y me da corte oír que si tengo hambre de su boca enmascarada como si ser pobre-que pide o sea, mendigo, fuera algo denigrante. Tonterías todo. La mujer me da dos salchichas y, aunque hubiera preferido dos galletas, les doy muy buen rendimiento porque mezcladas con sésamo, semillas de amapola y mostaza están de rechupete. Luego me gasto los 70 céntimos (65 exactamente) en cuatro carquinyols a la francesa en el colmado y así ya he cenado.

Luego pienso en ir a ver le teatro romano pero me quedo a medio camino hablando con un tío que va en una roulotte y que forma parte del festival (mañana estará con su espectáculo de slackline) Guay porque me calienta agua para hacerme una infu de frutos rojos que me encontré en el suelo del resort de Vogüé. Hace bastante frío en la tienda esta noche. Estoy en una gran área verde, cerca de un campo de juego, del río y de una roca iluminada. Un sitio público interdit claro, pero estoy más o menos discreto.

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