2020.09.16

Balbigny ~ Sail-sous-Couzan //

5€ en un zumo de manzana, un café y unos bollos mientras cargo el móvil en la boulangerie frente a los WC public de Balbigny.

Nueva mañana soleada de pedaleo con algunas nubes que hacen mucho más soportable el camino. No hago muchos kilómetros tampoco hoy. Aunque ya me siento recuperado para hacerlos, mi bici está delicada y las alforjas están empezando a romperse por los enganches con el portabultos. Además he salido tarde porque me lo he tomado con calma en el desayuno.

Dejo atrás el cauce del Loira y busco la montaña para lo que vuelvo a Nervieux y de ahí a Sainte-Foy-Saint-Sulpice y Sainte-Agathe-la-Bouteresse. El camino es mayoritariamente plano, de suave sube-baja. Subo hacia Arthun para observar a los pájaros desde un complejo dedicado a ello donde un hombre muy amable me explica cuáles son los pájaros que ahora mismo hay en unos estanques frente a nosotros (hay alrededor de trescientos estanques por esta zona). Me quedo a comer aquí, muy sencillo: higos con sésamo y pan tostado y zumo de manzana con espirulina, muy bueno todo. Me estoy quedando sin existencias.

Continúo entre los campos hasta Böen-sur-Lignon, ya al comienzo del parque natural Livradois-Forez. Por aquí pasa el Lignon y mi objetivo ahora es ir a retomar el río más arriba para buscar un lugar para acampar así que comienzo la ascensión no sin antes proveerme de algo de uva para desayunar mañana: unos racimos que le pido a un hombre al salir del pueblo y otros que cojo yo mismo de una viñas en la ladera de un volcán. Hay un grupo de gente vendimiando, estamos en plena temporada. También me da para coger un par de peras a mitad del ascenso. Voy por una carretera completamente solo hasta que llego a la aldea de Chorigueux, guiado por la aplicación de mi móvil. Desde ahí tomo un camino de fuerte descenso y de dificultad técnica, muy pedregoso que, tras un rato montado en la bici, terminaré haciendo bici-en-mano. Y así, mientras voy admirando a lo lejos las ruinas del castillo de Couzan, llego al río.

Encuentro una amplia zona de hierba perfecta para acampar. Me baño en el río y me dispongo a preparar la cena y a lavar la uva cuando me sorprende un pescador. Un hombre muy majo de unos cincuenta años pero de aspecto joven que me habla de su mujer portuguesa y de sus hijos cicloviajeros que me da unas cuantas indicaciones sobre la zona y los pueblos de los alrededores. Me desaconseja que tome agua del río para beber porque más arriba hay tres queserías pero me informa de que puedo abastecerme de ¡agua con gas! que mana de una fuente en medio del pueblo. Estoy en plena naturaleza y creo que mañana pasaré el día aquí, aprovechando este tranquilo y bastante salvaje enclave. Me hago un fuego y una pasta con ajo para cenar y enseguida a dormir. Sobre las 23:00 h empieza a llover.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *