2019.03.01

Vamos Gato y yo a Barcelona a empadronarnos, paso previo para constituirnos en pareja estable, como se dice en Cataluña. Vaya, que vamos a hacer un paripé para que le den el permiso de residencia. Nos queremos y tal pero no tanto como para considerarnos pareja y mucho menos estable pero aquí estamos y cada vez que estamos juntos en Barcelona pasa algo sorprendente. Pasamos por la plaza del Pedró cuando me vuelvo a encontrar al curandero sufí. La otra vez fue a Maria a la que pilló por banda para curarle sin preguntar siquiera si quería ser curada. Ahora me toca a mí, que llevo años deseándolo aunque él no lo sabe, o eso creía yo. Tras mediar unos saludos me pide que me siente en un banco y que me relaje, Gato se sienta a mi lado. Acerca su boca a mi oído y comienza a cantar: “Lā ʾilāha ʾil-lā Al-lāh Muhammad rasūluʾl-lāh” una y otra vez y cada vez más alto hasta que literalmente me está gritando que no existe más dios que Allah y que Muhammad es su profeta con su boca pegada a mi oído. Pasan unos cinco minutos en los que sólo soy consciente de su barba acariciando mi mejilla, sus húmedos labios rozando las protuberancias de mis orejas y la oración con la que empieza el Corán chillada melodiosamente en el centro de mi cabeza a través de mis oídos, primero uno y luego el otro. Cuando abro los ojos me parece que estoy en un sueño. Desde mi perspectiva de persona aturdida y medio sorda sentada en un banco de la plaza de debajo de mi casa me parece que la gente va y viene a cámara lenta. Uno dice, señalándole: ¡un curandero! haciendo de puente entre mi realidad alucinada y el mundo exterior. “¿Qué tal?”, me dice. “No sé… ¿me he quedado sordo?”. “No, no te has quedado sordo, esto se lo hacemos a los niños en Fez muy a menudo. ¿Ves una luz?…” Al despertarme al día siguiente compruebo que ya no me pita el oído derecho. Lo ha estado haciendo ininterrumpidamente durante años, estoy flipando. En occidente la medicina oficial considera los acúfenos una enfermedad incurable. Me encontraré a este buen hombre varios días más e intentaremos curar el oído derecho pero, por lo que sea, ya no servirá esta técnica.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *