2018.01.07

Tan-Tan //

Hoy me he quedado todo el día en Tan-Tan. Pensaba haber salido esta mañana después de desayunar pero, mientras estaba estudiando francés en la cafetería del hotel, rodeado de moros viejos, me entraban ganas de quedarme un día más. Me lo puedo permitir; menos de siete euros por un día más de descanso y, sobre todo (porque no estoy cansado después del viaje en camión), de estudio, de estancia. Si me planteo el viaje así y voy alternando días de bici con días de reposo y de trabajo, hago el viaje a mi medida y puedo estar así un tiempo largo, disfrutando realmente. Independientemente de esto, me viene bien lavar ropa. El día está que amenaza lluvia de nuevo (esta noche ha llovido) y, a las 12:00 h, cuando se supone que tengo que dejar el hotel (tal como me advirtió ayer el conserje, un personaje con carácter un poco entrometido y directo pero al final afable y atento) aún no me han arreglado la bici.

La ducha de la mañana la hago tras pasar un buen rato situándome. Son demasiados cambios, muchos escenarios diferentes y hoy me cuesta centrarme en el presente. Pero la ducha lo consigue y después, lavar ropa lo remata ya que lo hago con plena consciencia de mi cuerpo, en un cubo en el suelo de la ducha. Cago tres veces seguidas (ayer no cagué) y me encanta limpiarme el ano con un dispositivo con manguerita que me lo deja reluciente.

Voy a comer un tajin de carne de vaca mientras hago tiempo para que me arregle la bici el mecánico que, para las 14:00 h ya está. Piñones nuevos, vuelve a estar como nueva. Estoy feliz y renovado. Mi bici es parte de mi. Casi va perfecta a falta de que sustituya la potencia por otra más corta pero esto tardará) y cambie el neumático delantero, lo que haré en los próximos días.

Paso la tarde en la habitación retocando fotografías. Es como que entro en otra dimensión cuando retoco fotos: repaso el viaje a través de las imágenes que tomo. Lo narro, lo reinvento, lo espectacularizo, Reinterpreto mi pasado y cambia cada vez que vuelvo a mirar las fotos. Consulto internet para mirar un poco la ruta a seguir y también me bajo música al móvil porque, a partir de ahora, si quiero hacer desierto puede que vengan unos días monótonos y con la música puedo darle al pedaleo un aire nuevo, un estímulo mayor.

Al caer la noche doy un paseo por la ciudad, que no tiene mucho interés y ya al volver al hotel, tras comprar cuatro cosillas de comer para los próximos días empieza a llover de nuevo. Me acuesto tarde. Aprovecho el hotel, la comodidad, la intimidad. Mañana vuelvo a la carretera y a los caminos, a seguir explorando, viajando, partiendo de un nuevo lugar, renovado.

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