2016.07.12

Kendal ~ Lancaster ~ Forest of Bowland (Dolphinholme) //

THWART. Hoy he aprendido esta palabra viendo un cuadro de Kitaj en la Abbot Gallery de Kendal. En él, el K de El Castillo de Kafka consigue entrar al castillo, ya de viejo. Ahí­ se encuentra con un escorpión muy chungo y con Cristo como ravi que anuncia tiempos peores para los judíos.

Hoy voy tranquilamente por carreteras entre campos con ovejas y vacas. Sigo el número 6, que indica que estoy en una ví­a ciclista hacia Lancaster. De tanto en tanto, el camino se estrecha. Llegando a una pequeña población, bajando una cuesta, diviso frente a mí a una mujer de unos sesenta años con un chándal azul, corriendo y, lo primero que pienso es que no debe ser nada bueno para sus rodillas correr así­. Cuando estoy a unos tres metros de ella le digo: «Hello» y la mujer se aparta y me deja pasar pero en cuanto la rebaso la oigo decir no sé qué cosas en muy mal tono dirigidas a mí­. Como me parece fuera de lugar, me paro y le pido que repita lo que ha dicho. Entonces, chillando, me pregunta que porqué no utilizo un timbre para avisar de que voy por detrás de ella. Yo le digo que qué mas da si he dicho «Hello» y ella me responde que es sorda. Yo le digo que eso da igual porque me ha oído perfectamente y por eso se ha apartado, pero ella se saca un aparato plano y que parece muy sofisticado del bolsillo de su chándal azul como demostrándome que es sorda. Le vuelvo a repetir que ella ha oído mi voz y que eso es lo que importa pero entonces, cada vez más nerviosa, me dice que en este país es obligatorio llevar timbre en la bici, mientras me vuelve a mostrar su sonotone futurista como prueba definitiva de su sordera. A estas alturas, si esta persona llega a ser un hombre blanco heterosexual, ya me hubiese llevado una hostia. La cara de furia de la mujer es insoportable y me dan ganas de decirle que es el demonio, pero me reprimo. Entonces vuelve a repetirme lo del país y el timbre y cuando le digo que deje su paí­s en paz, de paso me dice que yo me vaya al mío, cualquiera que sea. (Es curioso pero desde que estoy por aquí­ nadie ha pensado que soy español. Me han preguntado si soy italiano, francés o incluso, polaco, pero español nunca.) A esto yo le contesto a ella que vaya al extranjero un poco. Finalmente ella me dice que no quiere discutir y suelta un grito de guerra «BREXIT!» mientras vuelve a retomar la carrera que habí­a interrumpido durante la discusión.

16:15 h: Morecambe, la costa atlántica. Luego voy a Lancaster. En un par de horas busco un lugar para dormir hacia el este, hacia el bosque de Boland. Voy por un canal hasta Galgate y al salir, en el momento justo encuentro un bosquecillo.

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