Cadaqués ~ Roses //
Nos despertamos con el sol en el camino que va rodeando la costa al faro de Cadaqués. Las vistas son preciosas.
Chin Ho recoge sus cosas con mucha tranquilidad y yo ya veo claro que no podemos seguir el viaje juntos. Simplemente llevamos diferentes ritmos. Así que cuando yo ya he acabado de recoger y mientras él infla un neumático de su bici, con la tienda aún sin desmontar, le digo que me voy. Su reacción es muy fría, se queda como decepcionado y sigue a lo suyo. Yo creo que su plan era ir conmigo hasta Barcelona tranquilamente a cambio de hacerle de guía, invitándome a comer y a fumar. Incluso veo, con la distancia, que él me hubiera pagado el albergue en Llançà. Me quedo un poco rallado por la despedida pero también estaba ya un poco cansado de tanto «Corea» y «Chaina» y «american style» y ya empezaba a hablarme mucho de las mujeres españolas y bueno, parece que la relación no iba a prosperar mucho más. Además creo que no le hubiese sentado ni un poco bien subir al Cap de Creus. Salgo de Cadaqués sin agua pero con algo de fruta. Entre 9:30 h y 10:00 h estoy en Port Lligat.
El camino es bastante duro, especialmente porque los últimos días he estado fumando bastante con el coreano y lo noto un montón. Estoy como desentrenado. Me cuesta hacer el camino que sube y baja pero que principalmente sube porque además voy rallado por la separación tan fría con mi amigo. Hace sol y bastante viento que, a veces, sopla en contra, así que no está siendo una mañana muy agradable.
Después de estar un rato por la zona del cabo, vuelvo a Cadaqués y me voy sintiendo cada vez mejor, me voy recuperando físicamente y voy recuperando mi soledad tan especial. Es domingo y hay mucha gente en Cadaqués. Sin embargo la oficina de turismo está cerrada así que consulto en Wikiloc una ruta por la costa para hacer con alforjas. No tengo ganas de volver por la carretera al cruce de ayer así que busco una alternativa más atractiva para ir hasta Roses. Encuentro a un tío que lo ha hecho, un GR que dice que es ciclable aunque con fuertes desniveles y vistas espectaculares siguiendo la costa. Decido hacerlo.
El camino resultará durísimo. Continuas subidas bordeando la costa y bajadas a calas para luego volver a subir, por un camino de piedras que, a veces tengo que hacer con la bici en mano, con mucho sol y viento. En el camino, al principio, me encuentro con una pareja local que me da alguna indicación y bastante buen rollo. En un momento, bajando a la Cala de Joncols, aparece una valla infranqueable en medio del camino y tengo que cargar la bici sobre la espalda para bordearla por un murete de piedras. Paso un momento de tensión física grande porque veo que casi no puedo con el peso y que me estoy poniendo en peligro. Con mucho esfuerzo logro pasar y en esas pierdo la chaqueta Adidas que tan bien me ha venido todo el viaje. Me da igual, sigo hacia la cala y una vez allí, en un sitio precioso, analizo la alternativa para seguir hacia Roses. Veo que es imposible continuar después de la cala por la costa porque hay escaleras y el camino es muy estrecho. En ese momento vuelvo a encontrarme a la pareja de antes. El hombre, Quim, me dice que puedo coger agua de una fuente natural que sale de la roca quitando un tapón de corcho. Así que me descalzo, meto los pies en el mar y lleno la botella de agua.
La sensación de estar en esta cala es de absoluta libertad y soledad, de no ser porque hay algunas personas que si no fuera domingo no estarían. Me echo una siestecita y como algo para reponer fuerzas. El viento sopla muy fuerte y no es un lugar ideal para pasar mucho rato, así que no me quedo mucho tiempo y continúo el camino a Roses, esta vez por otro camino asfaltado que se mete por el interior de la montaña.
Llego a Roses como a las 16:00 h, volviendo a bajar y a subir continuamente, disfrutando de las vistas y padeciendo el viento. Estoy hecho polvo. Bajando hacia la bahía, paso por un desvío que indica una ruta de monumentos megalíticos y, aunque me encantaría visitarlos, tengo tantas ganas de tomarme una cerveza y sentarme en algún lugar del pueblo que continúo hacia abajo. Contemplo la posibilidad de volver más tarde, quizás a dormir.
Doy unas vueltas buscando un sitio alejado del viento donde tomarme una cerveza y unas chips que me acabo de comprar. Lo haré en una zona alta, obrera de la ciudad. Hablo con Eva por el Facebook y me emborracho un poco. Estoy súper cansado y empieza a anochecer, así que ante la posibilidad de ir al camping (15€) o probar de dormir en la zona de los monumentos megalíticos, me decanto por la segunda opción.
Vuelvo a subir hacia el parque natural, atiborrándome de chocolate, y llego a la zona ya casi de noche. Entonces, a los pocos minutos de tomar el camino desde la carretera, me topo con un dolmen neolítico del 3000-2500 ac. Es una construcción flipante, vallada, pero de fácil acceso. Entro y veo que puedo dormir de maravilla en el interior. El suelo es totalmente plano, de arena y estoy prácticamente resguardado del viento, excepto por la entrada, una abertura entre piedras planas de varios metros de largo y, excepto por algunas aberturas entre las piedras. El lugar es alucinante. En ese momento, me llama Laura y le explico donde estoy. Justo hacía unas horas pensaba en hablar con ella. Acaba de regresar a Ribes de un viaje por el Pirineo francés.
Ya de noche, estoy instalado en el dolmen. No hace falta que monte la tienda. Sólo la despliego y duermo encima, utilizándola como esterilla. Me hago una pasta y a las 22:30 h estoy durmiendo. Dormiré de maravilla.