Ribes ~ Piera //
∞ Sueño ∞
Mario Vaquerizo y sus amigos. Están sentados a lo largo de un banco en una gran ciudad. Tienen cortes de pelo muy elaborados pero con aspecto desaliñado. Son como seis o siete, van de absoluto negro y ríen y hablan, bebiendo y fumando. Me llama la atención que no está Alaska. Pienso en lo guay que es su vida, su casa de Madrid, toda rosa. Yo lo miro todo sin participar. Me siento desplazado del grupo y triste. Isabel, Nacho, Isabelín y Sol vienen a verme. Cuando llegan a mi gran casa en el campo siento una gran distancia física y emocional con ellos. Con Isabel nos abrazamos muy cortésmente, sin amor. Con Nacho no me abrazo. Les digo que me dan ganas de llorar porque Nacho ni me toca ni me abraza. Él dice que no es de tocar... pero entonces me abraza. Isabel rompe a llorar. Sin embargo, yo, al ver a las niñas prácticamente no les hago caso, sólo hago un comentario sobre lo mayor que está Isabel. ¡Tiene más de 16! Todo esto ocurre en la entrada de la casa, en el exterior. Ya dentro de la casa, Isabel se sienta en la cocina, cerca de la ventana, en una mesa circular inundada de luz natural. Lee un artículo sobre Alaska y la movida y lo comenta, dejando claro que sabe mucho sobre el tema. Yo me quedo loco, porque ese artículo pertenece a una revista mía y, aunque a mí me interesa mucho el tema, no lo había leído. Así que siento que no estoy centrado, que no estoy “en la movida”, que no estoy vivo. Preparo un zumo de naranja en un exprimidor que hay en la cocina y que no es mío. Aquí compruebo que vivo con Say. Hay un poco de zumo ya hecho y lo aprovecho, lo que me da la sensación de comer de restos. Me acuerdo del cumple de Gustavo, lo cual me alegra, me hace estar en sintonía con el mundo.
Durante toda la noche me siento desplazado, solo, marginado, al lado de personas que forman una unidad mientras yo permanezco al margen.
Salgo de Ribes a las 17:00 h, llego a Piera a las 20:00 h, cuando se pone el sol.
Piera, 23:30 h
Llego a una tienda de ultramarinos muy cansado, compro un poco de jamón y queso y la charcutera me regala unas albóndigas deliciosas. Ceno a la salida del pueblo y tomo un camino hacia una pedrera, ya de noche. Enseguida encuentro un buen sitio para dormir. Planto la tienda como a las 22:30 h, al lado de un camino. Hace muy buen tiempo.
Ha sido fácil encontrar un lugar para plantar la tienda, pero mañana pedalearé desde la mañana para organizarme mejor a la noche y hacerlo todo más fácil. Llevo una batería que carga un panel solar, pero compruebo que no de forma no muy eficaz. Me queda muy poca agua así que mañana me preocuparé de tener las dos botellas llenas cuando llegue el momento de buscar un sitio para dormir.
Es el primer día de bici y sólo he pedaleado unos 40 km pero en poco tiempo y con estrés acumulado por la preparación del viaje. Ha sido un buen día y me siento bastante a gusto. Estoy muy cansado para escribir. Siento que necesito dormir y estirarme. El viaje está resultando perfectamente y yo me siento perfectamente.