Después de hablar sobre el tema de la vivienda con varias personas cercanas del pueblo, de plantearme la okupación y de barajar posibilidades, se soluciona la cosa en un descanso del trabajo de camarero en el catering que estoy haciendo con Sabina. Ella, que me ha proporcionado el trabajo, me ofrece de mudarme a su casa. Viviría con ella y con su hijo. Ya está, ¡ya tengo casa! El único problema es que Sabina se acuesta habitualmente con Toni, así que sé que seguiré encontrándomelo y enfrentándome a un irresistible y constante deseo insatisfecho. Pero no tengo muchas más opciones y quiero centrarme en preparar mi viaje. Acordamos que me instalaré en el salón, convirtiéndolo en dormitorio por la noche simplemente haciendo del sofá una cama y disimulando la abertura en la pared que da a la cocina con una cortina. Es un poco raro, pero arreglamos un precio de alquiler razonable y sé que disfrutaré con la compañía. Sobre todo descanso con la tranquilidad de saber que cuando vuelva de Toulouse tengo mi lugar.