2014.08.19

De algún punto en la carretera de Bergara a Azkoitia a algún punto en la carretera de Orio a Donostia //

∞ Sueño ∞
Isabel S viene de viaje y nos cuenta apasionadamente a mí y a María F sus viajes. Ella está siempre viajando, yendo a lugares remotos, exóticos y está muy contenta y llena de energía. Admiro a Isabel, es un referente. Nos metemos en una carnicería.

Al amanecer y al despertarme, se me acerca un hombre de unos setenta años con aspecto saludable y pinta de buen tipo y me saluda con el puño en alto, como haciendo el saludo comunista. Desde el punto donde he dormido, continúo la carretera hasta dar con la GI-631 que conduce a Azkoitia. Sigo el curso del rí­o Urola y paso Loiola, donde está el mausoleo del fundador de los jesuitas, Azpeitia y Zestoa y finalmente llego a Zumaia, en donde desemboca el río.

Zumaia

Desde Zumaia, enfrente del museo Zuloaga, tomo una pista ciclable por el interior de la montaña a Zarautz. Desde el camino diviso la costa y el pueblo de Getaria. De Zarautz continuo por carretera hasta Orio y en una tiendecita de ultramarinos pregunto por algún lugar donde dormir. La chica de la tienda me habla de una ermita a la salida del pueblo tomando una carretera comarcal que lleva a San Sebastián pasando por Igeldo.

Orio

Cuando llego a la ermita y compruebo que estoy en un lugar de mucho tránsito (el camino de Santiago de la costa pasa por ahí), decido buscar un lugar más apartado. Mientras poco a poco la noche cae, encuentro una casa junto a camino. Mientras pedaleaba pensaba en las mujeres del altiplano boliviano, no sé porqué. Llamo a la puerta. Una mujer joven boliviana sale de una ventana y, tras expresar su pena hacia mi situación, me deja dormir en el terreno de la casa. La casa está un poco destartalada, hay mucha humedad y muchísimos mosquitos. No puedo pegar ojo y tengo todavía ansiedad por la retirada de la nicotina de mi cuerpo.

Está siendo una noche terrible y por si fuera poco a las dos de la mañana se pone a llover, por lo que tengo que movilizarme de forma apresurada y ubicarme como puedo bajo un espacio techado en el que quepo justo, tras separar algunos trastos.

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