De Mas Mestre a algún lugar entre Begues y Torrelles de Llobregat //
Desayuno en Sitges mientras me preparo la ruta y decido tomar un GR que sale detrás de La Llevantina, una urbanización en una colina al norte del pueblo. No estoy muy ducho en la interpretación de los mapas y no tengo claro si un GR es una ruta posible para ir en bicicleta. Aun así, decido probar suerte.

El camino resulta ser impracticable, muy empinado y pedregoso por lo que he de echarme la bici al hombro nada más empezar y tendré que seguir haciéndolo en varias ocasiones. Sin embargo la vista sobre el Mediterráneo es preciosa. Me encuentro con una pareja que está tomando el mismo camino para ir a la playa. Encontrarse gente en los caminos suele ser muy agradable. Después de un buen rato, al llegar a una pista, guardas forestales que me indican cómo llegar a la ermita de la Trinitat. Tras descansar y repostar agua, bajo a la carretera que bordea la costa y enseguida llego a la cementera de Vallcarca, desde donde me interno en el parque natural pasando por Campdasens.


Poco a poco, con mucho calor pero contento, llegaré al monasterio budista, en medio del parque natural. Una vez allá, me acerco a la estupa y me dedico a rodearla lentamente, en plan ritual, girando los típicos cilindros con inscripciones pese a que no entienda nada de lo que dicen. En esas, veo en el suelo una bolsa de plástico con una apetitosa pera dentro. Tengo bastante hambre, así que me la zampo resolviendo de esta forma un pequeño conflicto moral tras darme cuenta enseguida de que el dueño del manjar es el monje que está haciendo genuflexiones en lo alto de la estupa, Hasta ahora he ido comiendo moras y almendras del camino y he podido saciar mi sed gracias a que me he encontrado un pozo (algo muy guay en un territorio donde el agua potable que es subterránea) así que me siento afortunado porque el camino está siendo amable conmigo, Por eso se me ocurre que lo de la pera es un regalo más y que en todo caso el monje se las podrá arreglar en el monasterio.

Seguiré pedaleando después de este episodio hacia Begues, el pueblo situado en el extremo norte del parque y, una vez allá me tomaré un helado de chocolate y unas cervezas en un bar de la plaza del centro. Enseguida se hará de noche, Estoy cansado, he recorrido unos 50 kilómetros al sol, con bastante desnivel y a veces por caminos complicados.
Tomo un camino entre fincas saliendo del pueblo y deambulo bastante buscando algún lugar donde pasar la noche. Es la primera vez que me veo en esta circunstancia en mi vida y tengo un sentimiento de responsabilidad por procurarme un buen sitio, pero también confianza en que lo encontraré. Es una sensación muy nueva, muy excitante y muy «real». Ya entrada la noche doy con lo que parece una cabaña de pastor al costado de un camino que bordea unas paredes de piedras desde donde hay muy buenas vistas. Escucho a unos chicos haciendo escalada en las proximidades. Decido dormir aquí pues, aunque no puedo estirarme dentro del pequeño habitáculo de piedra, al menos estoy protegido en caso de lluvia.

